Hikikomori, el libro-acción de David Trashumante

Este fin de semana he leído el libro-acción “Hikikomori”de David Trashumante, de la editorial Ya lo dijo Casimiro Parker. Es una obra poética creada desde el confinamiento y que se conforma como un constante juego entre diferentes conceptos asociados a la realidad vivida durante la cuarentena. 

 

Por un lado, subrayar el formato que el poeta utiliza: es un libro que pasadas las 24 horas después de la compra, desaparece, poniendo en cuestión la acostumbrada conducta con la que respondemos ante el consumo cultural. Normalmente, el formato libro, sea físico o digital es algo que no supone de un tiempo concreto para su lectura, ya que seguirá ahí; por lo tanto, la prioridad para leerlo no es protagonista en nuestra agenda. En cambio, si se estrena una película que nos interesa, o, en el teatro hay representación escénica, por ejemplo,  es necesario que reservemos un tiempo específico si queremos disfrutarlo. Trashumante, con este libro-acción, rompe los esquemas de la lectura de un poemario, haciendo incluso, que ese momento sea más especial, que tengamos ganas de reservar ese momento para hacer la lectura. Me parece algo rompedor para el formato de poesía escrita que cada vez es menos consumida como consecuencia del ritmo de contenidos que genera internet y los nuevos medios con los que convivimos. Significa un acto de resistencia, y de poner en valor lo poético, la reflexión y señalar el pastiche de contenido generado durante el confinamiento, y también antes, en general. Me refiero a pastiche a esas ideas que se vierten a la red sin más: sin digerirlo, sin darle forma, y como consecuencia no hay escalas. Algo que nos hace preguntarnos, ¿cualquiera puede ser poeta o artista?. Y entonces, ¿no sirve de nada la investigación y los procesos de trabajo en este campo?, Siendo aún más exactos: ¿tan solo valoramos los likes de las publicaciones de instagram?

Otro juego encontrado en este poemario es el del propio título:

“El hikikomori es lo contrario del haijin (escritor de haikus). Si el segundo vagaba sin rumbo por los bosques, el primero no sale de su habitación. 

En Japón más de medio millón de personas son hikikomori, una suerte de ermitaños modernos que viven retirados de todo contacto social pero permanentemente conectados al entorno virtual del ciberespacio.

El término hikikomori fue acuñado en 1998 por el psicólogo japonés Tamaki Saito. Y hoy en día, es considerado un trastorno de la conducta que combina aislamiento físico y social y un gran sufrimiento psicológico que puede durar seis o más meses, a veces años.”

David Trashumante. Recuperado de HIKIKOMORI (libro-acción)

“Callar”, “Tachar”, “Cerrar”, “Desechar” son las cuatro partes que forman esta publicación efímera, versos de formato haiku que nos sumergen en una habitación, entre emociones confinadas que luchan con la mente y el papel. Un pulso con la comunicación y la fiebre de la sobreinformación, el esperpento en parelelo al covid en el que nos hemos visto sumergidos. Como respuesta: lo efímero, el cuestionamiento sobre lo pequeño, lo que nos rodeaba entre nuestras cuatro paredes. Poner en relevancia ese tiempo fragmentado, de lo inmediato del pensamiento dentro de la continuidad de ese espacio pesado y lineal en el que vivimos sometidos. Pero ¿esto es lo consecuencia del confinamiento o en sí, es de la práctica cultural de lo inmediato que se viene imponiendo en los últimos tiempos?

 

Por último, destacar también el juego que Trashumante hace en los mismos haikus con el lenguaje. Recientemente, también he leído su antología “Amor” (2019) que hace un recorrido por las principales obras del poeta. Afortunadamente, he sido seguidora de este poeta durante los últimos años en todas sus vertientes. 

 

La obra de Trashumante se despliega en diferentes formatos, siendo un activista poético en todos los sentidos. Abre la puerta al extrañamiento constante, a preguntarnos con toda la sorpresa que requiere: ¿pero dónde nos hemos dejado lo esencial?. Un poeta que a pesar de su experiencia, sigue en la calle y se sigue sintiendo “vecino”, no olvida que “somos todos”. Algo que traslada a lo conceptual, renovando los límites poéticos e investigando dentro del medio. Por eso, y por otras razones poéticas (que ya contaré otro día) os recomiendo la lectura  de “Hikikomori”, cuyo plazo para poder disfrutarlo termina el 25 de julio.

 

Os dejo uno de los poemas de su antología “Amor” (2006 -2019):